El nivel de legalidad corresponde al lugar o región en el que actúan. También incide la temporalidad (la hora) y el lugar (espacio). Existen fuertes leyes que abalan el caso.

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El presente de la música callejera en el nuevo siglo es un tanto desalentador, puesto que los músicos que quieren ganarse una moneda haciendo lo que más le gusta se ven obligados a retirase del lugar donde actúan o bien directamente no tocar. Así lo expresa Enio Agustín Parada, un músico de 22 años que toca su “viola”. A la espera de una moneda sobre la peatonal Alberdi y Urquiza. “Ahora todo es negocio hermano, esto es lo que más me gusta pero acá tengo los minutos contados. Si te quedas un rato mas vas a ver que llegan los de la “muni” (haciendo alusión al personal vial de la municipalidad) y me sacan cagando, todavía se hacen los pesados porque son peces gordos del gobierno”.
Aflictivo presente para este pibe que solo quiere ganarse una moneda en la calle llevando melodía de la mejor a la gente que transita por la peatonal. Otra es la realidad de un músico no vidente que estaciona con su piano en la misma peatonal pero entre Caseros y Alvarado. “Este lugar es muy privilegiado ya que es un punto donde se concentra gran cantidad de gente y resulta muy positivo para mis ganancias” estableció el hombre que no quiso dar su nombre entre risas y carcajadas. “yo tengo mi horario pero si quiero me quedo hasta la hora que sea, los pendejos de ahora se creen que portando una guitarra y una gorra se van a llevar el plato a su casa y no es así, porque yo llevo 12 años parando en este lugar la gente ya sabe quién soy”. Al momento de preguntarle si los contactos eran un punto fuerte para estar en ese lugar concluyo que “es obvio que si, para que te voy a mentir, no te voy a dar nombres pero la municipalidad es toda una mafia si no tenis contactos con ellos, fuiste. No duras ni dos horas tocando”.
De la vereda de enfrente se encuentran los uniformados, los azules, los policías, como los quieran llamar. La comisaria 5ta que se encuentra ubicada en moldes entre Alvarado y Urquiza fue mi punto específico para consultar este tema e indagar sobre sus puntos de vista. “No nos molesta que un músico venga a tocar para obtener su dinero, lo que pasa es que los vecinos del lugar nos llaman para que lo retiremos del lugar por actitud sospechosa. A veces el caso este viene por un trasfondo político cuando en algunos casos la música se convierte en un medio para expresar ideales o asuntos políticos” concluyo el cabo Ferreira. Otro uniformado que no quiso dar su nombre pero que pertenece a dicha dependencia puntualizo “son unos chantas, se que queda mal generalizar pero a las mayoría no les hace falta dinero, están bien parados, nosotros conocemos a varios que se estacionan pidiendo una colaboración, eso nos da bronca, que vayan a trabajar. Aparte hay uno o dos que los tenemos en la mira, porque aparte de hacer música distribuyen drogas en plena vía pública, están filmados por las cámaras de seguridad y su detención es con el correr de las horas”.
A merced del lector quedara la conclusión de quien tiene la razón y quién no. Lo cierto es que el verdadero músico callejero transmite su melodía para alegrar a la gente que pasa y no está atento a ver si le tiran una monedita en su gorra. Lo que les importa es transmitir música para las venas, melodía para el corazón.